Las expectativas de la Cuarta Transformación (4T) respecto al apuntalamiento de Petróleos Mexicanos (PEMEX) como empresa pública estratégica, siguen aún sin cumplirse. El PEMEX, “garante de la soberanía nacional”, dista mucho de ser realidad. Los resultados reales vuelven a estrellarse con la narrativa del oficialismo de los gobiernos de Morena.
Los planes de negocio y de inversión presentados durante la gestión del Presidente Andrés López Obrador (AMLO) no convirtieron a la paraestatal en el referente de mayor eficiencia, transparencia y rentabilidad. Por el contrario, a pesar de los continuos rescates, PEMEX sigue a la deriva ante la obstinación de la narrativa oficialista.
El pasado miércoles 12 de febrero, se presentó el Plan de Trabajo (PT 2025-2030) de PEMEX que se ejecutará durante la Administración de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo (CSP). Con ello, se espera recuperar el sector petrolero “abandonado” en el período neoliberal y que tras la reforma energética de 2013 promovida por el Gobierno de Enrique Peña Nieto (EPN) la convirtió en la empresa pública petrolera “más endeuda del mundo”.
Nuevamente la narrativa oficial busca imponerse a la realidad, al establecer que con el PT (2025-2030), PEMEX regresará “a su labor principal de servir al pueblo”. ¿Cómo? A través de implementar 6 funciones medulares:
- Productiva: aprovechar los recursos con racionalidad, eficiencia y visión de largo plazo.
- Seguridad Energética: garantizar el suministro de gasolina y otros combustibles al precio más bajo posible.
- Bienestar: apoyar los programas sociales y ayudar a las comunidades donde la empresa trabaja.
- Ambiental: operar con responsabilidad y cuidado del entorno natural.
- Transición energética: incorporar más proyectos de energía limpia y mitigación de emisiones.
Las líneas estratégicas para la consecución de esas funciones medulares serán la exploración focalizada para incrementar por lo menos a 10 años las reservas de consumo asegurado; producción sustentable con una producción de 1.8 millones de barriles diarios de hidrocarburos líquidos; refinación autosuficiente para producir gasolina, diésel y turbosina, sin gasolinazos, por lo que se estima alcanzar un precio de 24 pesos por litro. Se rescatará a la petroquímica con una inversión de 20 mil millones de pesos (mmdp) para que vuelvan a producir fertilizantes fosfatados, urea y derivados de etano; logística segura con lo que se contempla reforzar la seguridad en el almacenamiento, transporte y distribución de combustibles; energía limpia mediante prácticas de economía circular, re-utilización, reciclaje y reducción de residuos que permitirán disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero; y el financiamiento con los recursos que genera PEMEX estimados en alrededor de 40 mil millones de dólares anuales.
Detengámonos brevemente en esas funciones medulares para contrastar los hechos que la realidad ha impuesto al desempeño operativo de la empresa petrolera del Estado. El rescate de PEMEX durante el gobierno de AMLO significó 980 mmdp, sin lograr la autosuficiencia petrolera tan prometida, como inalcanzable. Aún con la adquisición de la Refinería Deer Park en Texas por 30 mil 650 millones de dólares(mdd) y la costosísima inversión en la Refinería Dos Bocas, inicialmente prevista en 8 mmd, al cierre de 2024 lleva 19,653 mdd, la cual debió haber operado en 2022 conforme a lo planeado y en la actualidad sólo está al 12% de su nivel de operaciones.
Ha quedado claro que el derroche de recursos es un mal instrumento para pretender -casi por decreto- alcanzar la autosuficiencia petrolera. El carecer de una planeación estratégica, estudios de viabilidad / rentabilidad financiera ante la competencia y ausencia de prácticas orientadas hacia le eficiencia productiva, le han pasado factura a la sociedad mexicana.
No existen las condiciones para elevar la plataforma de producción de barriles de petróleo. Debemos de conformarnos con los 1.8 millones de barriles diarios para “no contaminar”, que palidecen con los 2.7 millones de barriles diarios del sexenio del Presidente Felipe Calderón Hinojosa (FCH) de 2006-2012 o a los 2.3 millones de barriles diarios del sexenio del Presidente EPN. Con este escenario, se ve lejano el objetivo de producción sustentable para la demanda interna.
Además, la seguridad energética continúa comprometida por la ordeña desmedida que se sigue registrando en los ductos de PEMEX. El famoso combate frontal al huachicol ofrecido por AMLO fue otro espejito propagandístico, ya que al cierre de su gobierno se reportaron 72 mil ordeñas clandestinas de combustible frente a los 28 mil registrados en el mandato de EPN.
El otro tema de seguridad que inquieta a los petroleros es la piratería en las plataformas. No son hechos aislados, ya que estos eventos se vienen repitiendo. El pasado vienes 14 de febrero, dos plataformas marinas de la Sonda de Campeche, la Ku-Ha y la Zaap Delta, fueron asaltadas por sujetos armados a bordo de una embarcación, con el saldo de dos trabajadores heridos. Los piratas estuvieron en las plataformas varias horas, sin que autoridad alguna detuviera la comisión de delitos.
El objetivo de responsabilidad ambiental también se ve difícil de alcanzar por las emisiones que siguen registrándose por las operaciones de las Refinerías de Tula, Salamanca y Ciudad Madero, por no hablar de la construcción de la Refinería Dos Bocas sin haberse completados los estudios de impacto ambiental.
Finalmente, hay que considerar el impacto de la operación del Sector Petrolero en la salud de las finanzas públicas. Realmente, PEMEX ¿podrá garantizar el bienestar de la sociedad mexicana, de las comunidades donde trabaja? ¿Permitirá su naturaleza operativa avanzar hacía la transición energética?
En términos de su salud financiera, PEMEX atraviesa por una situación crítica. Al cierre de 2024, sus ventas totales disminuyeron 2.6% respecto del año anterior. Su deuda financiera ascendió a 1.97 billones de pesos y su deuda con proveedores supero los 506 mmdp. A tres años de su adquisición, la Refinería Deer Park en Texas registró una pérdida de 118 mdd el año pasado. El peso de sus pasivos llevaron a que PEMEX registrara una pérdida neta de 1,605 mdp, el peor resultado en casi una década. La salida del gobierno obradorista fue inyectarle -vía aportaciones-156 mil 500 mdp. La empresa pública está entrapada en un círculo vicioso: menor plataforma de explotación, caída de la producción, menores ingresos, un volumen creciente de deuda contraída, mayor obsolescencia de infraestructura e instalaciones, que la postre genera una sangría de recursos. La salida recurrente ha sido las operaciones de rescate del Gobierno Federal. Sin embargo, esta salida coyuntural se ve condicionada por la reducción de los márgenes de maniobra derivada de la situación de las finanzas públicas. La narrativa oficial de los Gobiernos de la 4T sigue empeñada en culpar la gestión de los “gobiernos neoliberales” ante la precaria situación financiera actual de PEMEX. Pero los resultados no mienten.
Más bien, los reportes de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) apuntan en otra dirección. El déficit presupuestario del Sector Público (saldo entre los ingresos y egresos del Gobierno Federal) se disparó un 160% con los Gobiernos de la 4T. Al cierre de 2024, el déficit alcanzó los 1,663 mdp, frente a los 640 mdp del sexenio de EPN. El origen de este desbalance está en el costo de obras emblemáticas, como el Tren Maya, el Corredor Interoceánico, la Refinería Dos Bocas, así como los programas de bienestar. La losa del déficit presupuestario limitará las opciones financieras de PEMEX para obtener recursos líquidos en el mediano plazo. Con todo, la Presidenta CSP anunció, el viernes 14 de febrero en su gira por Veracruz, un nuevo rescate; el de la petroquímica de PEMEX para volver a producir fertilizantes.
Este conjunto de retos del Sector Petrolero evidencia que la improvisación y ausencia de capacidades técnicas al frente de la empresa pública han venido a acrecentar su vulnerabilidad frente al entorno externo, la competencia en el mercado petrolero y la astringencia y estrecheces del presupuesto público. El “PEMEX por el rescate de la soberanía” no pasará de ser un slogan propagandístico más de la 4T.